Obsesiones peligrosas: cómo
detectar y combatir los TOC
El Trastorno Obsesivo Compulsivo afecta a una de
cada 50 personas y consiste en pensamientos persecutorios que incitan a la
realización de acciones repetitivas y esclavizantes. INFOnews dialogó con el
psicólogo, Gustavo Bustamante, quien explicó las características de esta
enfermedad cada vez más común.
Cuando José fue al cine a ver el
estreno de Mejor Imposible con su grupo de TOC estuvo a punto de levantarse de
su butaca en el medio del film y gritarles al resto de los espectadores:
"¿De qué se ríen? ¿No ven que ese de la pantalla soy yo?"
En la película, Jack Nicholson se
pone en la piel de Melvin, un hombre maduro y solitario asaltado por obsesiones
persecutorias que lo llevan a ejercer una serie de rituales específicos al
regresar a su hogar como encender la llave de luz repetidas veces y lavarse las
manos compulsivamente, siempre con un jabón nuevo. Lo que causaba gracia al
público, era una de las mayores torturas de José.
En diálogo con INFOnews, el
psicólogo Gustavo Bustamante, director general del Fobia Club explicó las
características de esta enfermedad. "El trastorno obsesivo compulsivo
tiene dos partes. Por un lado, está la cuestión obsesiva que son ideas intrusas
de tipo parásitas que se les imponen a las personas y que no pueden controlar,
y por otro, está la compulsión que son todos los rituales o actividades que se
realizan para bajar el nivel de ansiedad y alejar esos malos
pensamientos".
Se estima que una de cada 50
personas posee algún tipo de TOC en el mundo. Los pensamientos que acosan a los
obsesivos compulsivos están ligados, según Bustamante, a lo moral, a lo
religioso, a la vergüenza o al sentido de responsabilidad extrema. "Las
personas tienen miedo a enfermarse, a morirse o a que le ocurran cosas malas a
terceros y actúan para impedir que eso pase", sostuvo.
"Por ejemplo, uno de los
casos más comunes son los que aquejan a las personas que tienen temor a
contaminarse u a contagiarse alguna enfermedad infecciosa como HIV y adoptan la
compulsión a lavarse las manos y lo hacen reiteradamente y agregan alcohol u
otros elementos irritantes", expresó Bustamante.
Otros ejemplos de este trastorno
tienen que ver con la verificación (pacientes que controlan la llave de gas,
que las puertas estén cerradas), el orden meticuloso (colocan los objetos
simétricamente y a veces están horas midiendo las distancias), la acumulación
(guardan objetos absurdos, rotos, que no utilizan, o simplemente basura) y por
último, está el temor a cometer actos de violencia contra terceros (tienen
miedo a lastimar a alguien o a cometer delitos sexuales).
Un testimonio conmovedor
Sabrina tiene 38 años. Cuando era
chica realizaba algunos rituales que podían asociarse a un TOC, pero ella los
atribuía a su personalidad. "Yo soy así, llego temprano a todos lados, soy
ansiosa", decía y no le daba mayor importancia. En 2007, cuando quedó
embarazada empezó a sentir un montón de síntomas raros. "Todo el tiempo
pensaba que estaba enferma. Tenía
taquicardia y puntadas en todo el cuerpo. Iba al médico y me decían que no
tenía nada, pero yo pensaba que sí", explicó.
Cuando nació su hija todo
empeoró. "A los 10 días la beba estaba llorando y yo estaba muy nerviosa y
no sé porqué se me pasó por la cabeza que iba a agarrar un cuchillo y que la
iba a matar. Desde ese momento esa idea se me transformó en una obsesión. Era
algo totalmente absurdo, un pensamiento irracional. ¿Cómo yo, que no mataba a
una mosca, le iba a hacer daño a mi propia hija? Creía que me estaba volviendo
loca", relató.
"Ese pensamiento se me
pasaba por la cabeza y no lo podía evitar. Era un sufrimiento total, estaba todo
el día angustiada, llorando y no podía decírselo a nadie, ni a mi marido, ni a
mi familia. ¿A quién le iba a decir que tenía miedo de matar a mi hija?",
recordó.
Sabrina aguantó durante un año
sin saber qué era lo que tenía, hasta el día en que vio que un psicólogo
describió en televisión un caso similar al suyo. Ahí supo que no estaba sola y
decidió buscar ayuda terapeútica.
"Los primeros seis meses
fueron muy arduos, pero después empecé a mejorar gracias a la medicación y a la
terapia individual y grupal. Al año ya estaba relativamente bien", contó
aliviada, aunque el tratamiento se extendió hasta fines del año pasado.
Cuándo comenzar a preocuparse
Si bien algunos TOC suelen
tomarse a la ligera y mucha gente los asocia ingenuamente a tics divertidos, en
casos graves pueden afectar seriamente la calidad de vida de quienes lo
padecen. Para definirlo como trastorno, cada uno de los rituales en la
sumatoria diaria tiene que tomar por lo menos una hora. "A veces con menos
tiempo uno ve daños que hacen necesaria una consulta psicológica. Yo tenía un
paciente que tenía la obsesión de limpiarse los genitales y que llegaba a
quemarse por la temperatura del agua o se irritaba con alcohol", expresó
Bustamante.
Las personas con TOC ocultan su
trastorno y tratan de evitar las situaciones de riesgo por lo que tienden a
minimizar el contacto social, lo que los termina aislando del mundo exterior.
Se estima que una de cada 50
personas posee algún tipo de TOC en el mundo.
"Primero hay que hacer un
diagnóstico claro para diferenciar el trastorno de otro tipo de enfermedad
psiquiátrica y a partir de ahí se comienza un tratamiento farmacológico y
cognitivo comportamental, con el objetivo de exponer al paciente a las
situaciones que le generan ansiedad y poder evitar los pensamientos
reiterativos y las conductas asociadas", explicó.
Muchos de los cuadros empiezan
entre los 8 y los 12 años, después hay como un apaciguamiento durante la
adolescencia, y se suelen acentuar en la adultez. Bustamante recomienda que los
padres presten atención a niños extremadamente pulcros, responsables y
cuidadosos con las cosas, ya que pueden estar ocultando detrás de estas
actitudes, trastornos de ansiedad que pueden derivar en TOC.
"El TOC es un trastorno que
tiene buen pronóstico. En los últimos años cambió mucho la terapeútica. Hay
medicamentos más seguros y toda una serie de estrategias psicológicas que nos
permiten ayudar a nuestros pacientes", concluyó.