martes, 7 de febrero de 2012

Dicen que la fobia social puede generar violencia y adicciones



Se estima que el 13 % de la población está expuesto a sufrirla. Así lo revelaron especialistas en el tema, quienes alertaron que cada vez se detectan más casos de adolescentes con esta patología psiquiátrica.

Situaciones de adicciones y hechos de violencia pueden llegar a ser desencadenados cuando los casos de fobia social se mantienen en el tiempo sin un tratamiento adecuado. Así lo advirtieron especialistas que también indicaron que esta enfermedad psiquiátrica se detecta cada vez más en adolescentes.

Además, resaltaron la importancia de un acertado diagnóstico para iniciar un tratamiento eficaz. Los psicólogos que trabajan en este tema toman estadísticas realizadas en Estados Unidos que indican que el 13 % de la población tiene predisposición a tener fobia social.

Se trata de la cuarta enfermedad psiquiátrica a nivel mundial. La fobia social se entiende como un trastorno crónico que lleva a la persona a sentir ansiedad irracional cuando se expone a reuniones públicas.

Esto hace que el sujeto se vaya aislando de su entorno, no puedan salir, dejen de viajar en transporte público y hasta abandonen sus estudios. El sentimiento permanente de ansiedad en lugares públicos va acompañado de mareos, palpitaciones y sensaciones de desmayo.

“Actualmente, si bien no existe una estadística detallada, la fobia social se detecta cada vez más en los adolescentes. Tiene un peso significativo el hecho de que interfiere con el rendimiento escolar y la socialización en la escuela”, explicó el psicólogo Gustavo Bustamante, director general de la Fundación Fobia Club.

Tradicionalmente, esta patología era detectada en la adultez. Fobia Club es una de las entidades especializadas en el tratamiento de esta patología y la difusión de sus características para su prevención.

Las actividades y servicios de Fobia Club son gratuitos. En diálogo con La Unión, Bustamante dijo: “Se está acercando a la fundación gente cada vez más joven, aunque no se ha registrado un aumento generalizado de casos”.

Las características de la fobia social hacen que muchas veces se la confunda con una exagerada timidez. Bustamante alertó que “existe un subdiagnóstico por desinformación que hace que el comienzo del tratamiento se dilate”. Los tratamientos que se implementan desde Fobia Club son grupales, sin dejar de atender la particularidad de cada caso.

“La fobia social es algo muy delicado que puede llevar a las adicciones de distinto tipo y al aislamiento total del sujeto”, sostuvo el psicólogo, quien remarcó, también, que muchos pacientes “sufren constantes hostigamientos en el ámbito social por tener esta patología, lo que suele terminar en situaciones violentas. Es una patología que no elige clase social”.

Con respecto a la atención de la problemática en otros espacios, Bustamante dijo que “ahora en algunos hospitales públicos se están abriendo espacios para abordar temas relacionados, como por ejemplo, la timidez y de allí se llega a detectar la fobia social”.

Para el especialista, el desafío por delante es “articular un trabajo con las escuelas primarias para detectar en esos ámbitos los problemas de fobia social”.



EN PRIMERA PERSONA

En la página web de la Fundación Fobia Club, muchas personas han volcado sus testimonios de vida con respecto a esta patología.

“Soy paciente de la fundación desde hace un año y medio por padecer fobia social aunque esto se remita en mi infancia al ser tímida y posteriormente en la adolescencia”, señala Mirta Gamarra.

La mujer explica que siempre tuvo problemas para relacionarse con las personas: “En la secundaria era tan callada que me asignaban apodos como `la mudita´”, recuerda y revela: “Pensaba que la timidez iba a ir superándola pero ocurrió todo lo contrario porque evitaba toda situación de exposición para no sufrir las burlas. De esta manera dejé de salir de casa limitando mi vida, encerrada en mi habitación en un estado depresivo”.

Cuando Mirta se exponía socialmente “manifestaba síntomas como taquicardia, enrojecimiento facial, temblores en todo el cuerpo, ganas de orinar, sensación de mareos o de desmayos, faltas de aire y miedo de morirme, entre otros”. Sumada a esta situación, la mujer vivió la incomprensión de su familia que argumentaba que lo que padecía era sólo un capricho.

“Todo esto me perjudicó cuando viajaba en algún medio de transporte, para hablar con personas de cualquier sexo y edad, inventaba excusas para evitar la situación, por ejemplo; decía que estaba engripada o tenía dolor de cabeza, cuando salía a bailar recurría al alcohol para desinhibirme”, narra Mirta Gamarra.

En cuanto al Fobia Club, resalta que con el tratamiento que comenzó allí dejó de estar deprimida y angustiada: “Por una vez en mi vida me sentí comprendida al igual que otros con la misma situación dentro del grupo de terapia”.

Como una mejora clara de su situación, la mujer subraya que comenzó a viajar tranquila en medios de transporte, estableció un diálogo más fluido con familiares y amigos y pudo terminar su carrera universitaria de Trabajo Social.

Por su parte, Sabrina es modelo pero reconoce que se ponía mal ante situaciones que implicaran la presencia de más de 10 personas. “Hace ya seis meses que voy al Fobia Club y todo es más que positivo.

Estoy más relajada. Si me pongo colorada no me preocupo tanto; es más, me río porque no es nada malo y con el tiempo sé que no va a ocurrir más porque estoy distinta”, relata. Sabrina destaca la ayuda que se brinda en el grupo.

“Estar con gente que siente cosas parecidas también hace que uno se sienta contenido”, agrega. En tanto, Sebastián Fortunato recuerda que sus primeros ataques de pánico y fobia social se produjeron en 2003, en su último año de la secundaria.

“Apenas entraba al aula me empezaba a ahogar y a faltar el aire. Yo no entendía lo me que pasaba”, relata en su testimonio que aparece en la web del Fobia Club. El joven recuerda que sus padres solían ir a buscarlo a la escuela porque tenía constantes ahogos y falta de aire.

“Incluso tuve discusiones con ellos ya que se pensaban que les estaba haciendo el cuento de ‘me hago el enfermo para faltar al colegio’, añade en su relato. Fortunato dijo que tras los primeros encuentros con los grupos del Fobia Club pudo descubrir su problemática y comenzar a superarla.

http://www.launion.com.ar/?p=73430